Muchos cultivadores que se inician en el cultivo de interior ( y no tan principiantes… ) piensan que las plantas han de crecer igual que en el exterior. En exterior seguimos los pasos que marca la naturaleza. Con la llegada de la primavera y el buen tiempo se ponen las semillas, el cambio a floración se inicia con las puestas de sol cada vez más tempranas, la acumulación de sales en las raíces y el polvo que se deposita en las hojas se limpia con la lluvia y si hay algún individuo indeseable puede que se encuentre con uno indeseable para el y se lo coma, etc.
El cultivador de exterior se ha de preocupar de muchos menos aspectos que el de interior. El cultivo de interior requiere de más tiempo y dedicación, alguien podría pensar lo contrario pero la “perfecta naturaleza” que se le ofrece a las plantas requiere de más controles y conocimiento técnico si se quiere aprovechar bien. Es verdad que no llueve, no hay ningún día nublado y en principio no tiene porque entrar ningún individuo que pueda producir daños a las plantas, o al menos con tanta facilidad. Pero es un sistema vivo, por lo que no tendremos la repetición que se presenta ante cualquier sistema mecánico inerte; cada cultivo será único incluso cultivando la misma variedad de semilla en la mHay cultivadores que no calculan bien la evolución del crecimiento en la transición de crecimiento a floración y acaban teniendo unas plantas con una altura considerable. Existe mucha gente que piensa que por tener una planta más grande tendrá más cogollos y más grandes. Hay que cambiar el “chip”, la estrategia de cultivo es diferente. La altura de la mayoría de salas de cultivo hace que el tamaño de la planta este limitado a la hora de cultivar. En exterior puede crecer lo que quiera ya que el sol las iluminará completamente por todas partes. En cambio en interior si son muy grandes únicamente la parte alta y dónde incide la mayoría de luz del foco será la que produzca cogollo.
Por eso esta técnica se basa en el aprovechamiento total de la luz haciendo que llegue a todas las partes de la plantas por igual; así conseguimos racimos o “colas” continuas de cogollos y sin ninguna ramificación lateral, en vez “troncos” con algunas flores en las puntas. La clave reside en tener muchas plantas pequeñas y muy juntas dónde incida mucha luz y los ciclos de cultivo sean cortos, por lo que se pueden hacer más. De esta forma se aprovecha más el tiempo y el dinero invertido en luz y nutrientes. Las plantas deberán estar juntas pero sin tocarse las hojas entre ellas, ya que así competirán por la luz y se estirarán. El fitocromo es el responsable de este efecto, es un fotorreceptor encargado de ir “guiando” en el crecimiento a la planta según las condiciones de luz. Las plantas detectan a través de la luz reflejada de las hojas vecinas, si las hojas de la planta vecina están cerca y le van a quitar luz, en ese caso activarán un mecanismo para estirar el tallo y dejar sus hojas más arriba para que ninguna planta vecina le haga sombra. Podemos entrar en un bucle vicioso en el que se estiren todas, hay que vigilar y si es necesario separar más los tiestos. Es una lucha normal por los recursos, en este caso la luz.
Antes de empezar a cultivar será recomendable instalar un sistema de goteo que llegue a cada planta, de modo que a lo largo de todo el cultivo tengamos las mismas facilidades de regar que el primer día.
Los esquejes son preferibles a las plantas que parten de semilla, van muy bien para esta técnica ya que poseen menos vigor en su crecimiento y menos probabilidades de que se estiren demasiado durante el cultivo. También son más sensibles a la inducción floral con el cambio de fotoperiodo y presentan mejor homogeneidad en el crecimiento. Serán preferibles las variedades índicas que por su naturaleza son más bajas, con menos vigor y producen cogollos más compactos.
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